Autor: Oscar Olivares |
Es
sencillo inquirir en el terrible error de identificar, como conglomerado, una
serie de aspectos que, aunque convergen, son distintos entre sí. Estos aspectos
no son más que los referentes a Nación, Estado, Gobierno y Partido, los cuales
poseen características y funciones únicas.
Es
importante, a la hora de expresar nuestra opinión sobre el proceder político,
distinguir de manera categórica estos elementos, ya que afianza nuestra
capacidad de explicar lo que queremos decir desde una perspectiva más clara y
concisa. Como pueblo, hemos tropezado con la piedra que nos han puesto en el
camino en más de una ocasión, por la simpleza de no poder reconocerla. Es por
esto, que se precisa iniciar con la distinción de sus diferencias.
Primeramente,
se hace fundamental catalogar lo que representa la Nación. La Nación eres tú,
son los que te rodean. Son las costumbres, apegos, idiomas, festejos, música y
valores, tan diversos y tan únicos que nos identifican como país. Es la
consciencia de nuestra historia y el aprecio por nuestro presente. Es nuestro
suelo y su fertilidad, son nuestras instituciones pero no el poder sobre ellas.
Luego
tenemos al Estado, un término tan confundido con el anterior y con el que le
seguirá, es uno de los más difíciles de diferenciar y nos ha costado tanto en
ocasiones. El Estado se compone de los órganos que hemos dispuesto para velar y
proteger la soberanía de la Nación, a fin de que sus individuos encuentren la
tranquilidad añorada. Son las leyes, la justicia y el poder, que deben, sin
incurrir en intereses personales, garantizar la seguridad de los ciudadanos. Es
el eslabón más frágil, puesto que se vuelve peligroso cuando se pierde en el
ejercicio del principio para el que fue creado. Es el administrador crucial de
la política, leyes y justicia dentro de un país.
Seguidamente
tenemos el término tan añorado y despreciado por las poblaciones: Gobierno. El
Gobierno es, tan sólo, una pequeña parte del Estado, un tercio de su
composición. En él radica la responsabilidad esencial del ejercicio del poder.
Se compone de un conjunto de individuos, con capacidades distintas en materia
política, que deben velar por la planificación estratégica del país. Es la cara
de las personalidades que, para bien o para mal, escogemos mediante el
sufragio. Son un eslabón en el devenir de la Nación, pero jamás podrán
componerla ni caracterizarla en su totalidad.
Finalmente
llegamos al término que, quizás, mejor distinguimos: Partido. Un partido no es
más que una organización que agrupa individuos simpatizantes de una causa en
particular, donde se establecen proyectos y objetivos comunes. Estos últimos
son la propuesta que llevarán, los individuos que le representan, como
identificación para presentar ante los ciudadanos destinados a decidir si
darle, o no, la oportunidad de llevarlo a cabo.
Dejemos
de confundir términos, es hora de llamar a cada cual por su nombre.
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