Hace
un año llegó a mí la historia de un país hermano y de las maniobras que pueden
generarse en la terrible posición de una crisis que arrasó con la identidad de
una nación. Hablo de Perú, una tierra de tradiciones y de posibilidades, donde,
en 1988, la pasión por las creencias era un arma de doble filo. Para entonces,
las trincheras se alzaban bajo la algarabía de una lucha armada fundada por
grupos terroristas, cuyo fervor por los ideales comunistas había iniciado una
ola de combate que desencadenó cerca de 70 mil muertes entre todas las ciudades.
Además, el descontrol del gasto fiscal, que se derivó en una hiperinflación de
hasta un 7.649%, acrecentó la obra maestra de la adicción al poder, esa gran
diferencia entre la justicia y la venganza. Fue entonces cuando Sendero Luminoso,
el grupo terrorista de mayor envergadura, tomó grandes ciudades, entre ellas
Ayacucho.
Allí,
en esa ciudad y en esa época, sin acceso al capital, sin acceso a la gran banca
y sin acceso a la ayuda exterior o las ONG de izquierda, nace una idea, en el
seno de una familia como cualquier otra, como la tuya o la mía. Esa familia,
liderada por los hermanos Añaños, observó que las acciones de Sendero Luminoso
habían privado a los ciudadanos de adquirir bebidas gaseosas, por lo que
diseñaron la forma de brindar un producto sustituto, que terminó por
convertirse en una gran trasnacional, conocida por nosotros como Big Cola.
Debido
a las secuelas de la lucha armada, el acceso a otros productos era restringido,
por lo que Big Cola, que nació bajo el nombre original de Kola Real, inicio su
producción en envases reciclados de botellas de vidrio provenientes de la fabricación
de cervezas. Fue el primer paso hacia un gran desarrollo, fue la toma de una
oportunidad que surgió en aquella crisis.
Hoy la
organización sigue diversificando su producción, lanzando permanentemente
nuevas marcas que van logrando importantes participaciones. Así, manteniendo la
misma filosofía de sus inicios, hoy se presentan ante el mundo entero como AG,
una organización de ideales audaces, que se atreve a competir en los más
exigentes mercados, siendo un auténtico modelo de eficiencia, con el gran
compromiso de brindar bienestar a las personas.
Ahora,
¿qué nos detiene a realizar lo que por tanto tiempo nos hemos cohibido de
hacer? Las condiciones están dadas, la crisis pasará, ¿seremos capaces de ver
la gran oportunidad?
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