Nuestra
historia se ha enmarcado en subidas y bajadas, en cúspides de prosperidad y
caídas abruptas que han generado los estallidos sociales que aún están presente
en nuestras calles. Se repite el acto de una obra teatral que fue escrita a
principio del siglo XX y cuyo libreto no ha sido olvidado, corregido ni
perfeccionado en el siglo XXI. Los espectadores siguen aplaudiendo la actuación
y los actores adoran las ovaciones.
Uno de
los aspectos que ha caracterizado la economía venezolana es la prevalencia de
un control cambiario, que busca, como principio de discurso político, contrarrestar
la fuga de divisas. Este principio, al final, termina siendo la daga que se
clava en el propio sistema, hiriéndolo de muerte. Rememoramos una época que muy
pocos conocen y es la paridad de nuestra moneda con el dólar, lo que fue
posible antes de 1929, donde la fortaleza del bolívar no estaba en el nombre,
pero sí en el valor.
Los
siguientes años no fueron tan prósperos al ocurrir la primera devaluación de la
moneda, donde el dólar pasó a adquirirse a 3,19 bolívares. Esto ocurre en el
periodo presidencial del General Juan Vicente Gómez. Seguidamente, al tomar el
mando Isaías Medina Angarita, el dólar empieza a costarnos un poco más, debido
a que se crean tipos de cambios diferenciales de 4,30 Bs/US$, 4,60 Bs/US$ y
3,90 Bs/US$ para las exportaciones de cacao, café y petróleo respectivamente.
Además se aumenta el tipo de cambio para la venta al público de petróleo, que
pasó de 3,19 Bs/US$ a 3,35 Bs/US$. Estas operaciones empezaron a ser llevadas
por el recién creado Banco Central de Venezuela (BCV). Esta alza fue frenada
por un político y militar muy controversial, el General Marcos Pérez Jiménez,
que supo mantener el valor de 3,35Bs/US$.
A
partir de aquí se inició una serie de experimentos, de ensayo y error, para
buscar la forma de manejar la fluctuación de la economía venezolana. Teniendo
que en 1965 se empieza el proceso de paridad cambiaria que terminó en 1976,
donde surge el único tipo de cambio, equivalente a 4,30 Bs/US$. Sin embargo,
esto no se sostuvo durante mucho tiempo debido a la llegada del llamado Viernes Negro, que generó la drástica
decisión de crear un ente controlador, que llevó por nombre Régimen de Cambio
Diferencial (RECADI), donde el dólar se encontraba a 4,30 Bs para importación
de bienes y servicios, deuda externa pública e intereses de la deuda privada y
remesas a estudiantes. Mientras que para bienes y servicios no esenciales se
encontraba a 6,00 Bs/US$, además se estableció un mercado “libre” que se
cotizaba a 9,47 Bs/US$.
Carlos
Andrés Pérez comete la proeza de eliminar RECADI y aparece un dólar libre a
39,60 Bs/US$, costo que se equipara al equivalente en el mercado. Pero más
adelante, con la continua pérdida de reservas internacionales durante junio de
1994, Rafael Caldera instrumenta un control de cambios integral por una tasa de
cambio única de 170 Bs/US$ y la asignación de las divisas quedó a cargo de la
Oficina Técnica de Administración Cambiaria (OTAC) y la Junta de Administración
Cambiaria (JAC).
Finalmente,
durante el mandato de Hugo Chávez, el 5 de febrero del 2003 crean CADIVI con
una cotización de 1.600 Bs/US$ (1,6 Bsf/US$). El gobierno anunció que
posiblemente se levanten dichas restricciones cuando se restablezcan totalmente
las operaciones en la industria petrolera.
Seguimos
a la espera de que ocurra.
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